La Xbox Series S se ha ganado fama de ser una consola bonita, compacta y accesible, y la verdad es que para su precio ofrece un rendimiento bastante bueno, tanto en juegos de nueva generación como en títulos retrocompatibles. Pero también tiene varios detalles de los que casi nadie habla y que pueden cambiar por completo tu experiencia como jugador.
En esta guía te cuento, desde la experiencia real 4 cosas que debes saber sobre la Xbox Series S. Son justo las que a mí me habría gustado conocer antes de comprarla.
1. La Xbox Series S no está pensada para pantallas muy grandes
En la ficha técnica se habla de soporte 4K, pero la realidad es que la mayoría de juegos en Xbox Series S funcionan a 1080p o 1440p escalados, no en 4K nativo. Eso, sobre el papel, no suena tan grave… hasta que la conectas a una TV de 55, 65 pulgadas o más.
En pantallas grandes se nota:
- Pérdida de nitidez
- Imagen más borrosa
- Sensación de “4K falso” o poco definido
En mi caso, probé la Series S en mi TV principal 4K, donde uso la PS5 Slim y la PS5 Pro, y la diferencia era evidente: la consola incluso llegaba a cambiar de forma extraña entre 4K, 1440p y 1080p, activando y desactivando el 4K de manera intermitente.
Cuando conecté la Xbox Series S a un monitor de 21,5″ a 1080p, la historia fue otra: la imagen se veía mucho más nítida y los FPS se sentían más estables. La consola simplemente se ve y se siente mejor en pantallas pequeñas o monitores Full HD.
Así que si estás pensando usar la Xbox Series S en una tele grande 4K, ten claro que la experiencia visual no va a estar al nivel de lo que esperas de una “consola 4K”. En cambio, con un monitor 1080p o una TV más pequeña, la consola rinde mucho mejor.
2. No optimiza los ajustes por ti: Hay que configurarla bien a mano
Otra cosa que casi nadie menciona es que la Xbox Series S no optimiza los ajustes más importantes en automático. Sí, puedes usar todo en valores predeterminados, pero si la dejas “como viene”, es muy probable que la experiencia no sea la mejor.
Para tener una buena experiencia vas a tener que entrar a Configuración y ajustar varias cosas manualmente:
- Resolución y frecuencia según tu pantalla.
- HDR (si tu TV lo soporta).
- Opciones de energía.
- Ajustes de red y salida de audio.
Y aquí viene el problema: Para un usuario casual, o para un niño que solo quiere encender la consola y jugar, estas cosas no son tan obvias. No todo el mundo sabe de modos de imagen, escalado, input lag y demás ajustes.
Si dejas la consola con los valores por defecto, es muy posible que termines pensando que no rinde tan bien como dicen, cuando en realidad lo que falta es una buena configuración inicial.
3. El tema del NAT: Conectividad fácil, pero seguridad descuidada
Aquí entramos en un punto del que casi nadie habla y que es más importante de lo que parece: el NAT.
El NAT (Network Address Translation) es una técnica que permite que varios dispositivos de tu red compartan una misma IP pública para salir a internet. Según cómo esté configurado, puede afectar tanto a la conectividad online como a la seguridad.
Muchas Xbox Series S terminan funcionando con un NAT muy abierto. ¿Qué significa esto?
- Lo bueno: los juegos online suelen ir muy bien, empareja rápido, hay menos problemas para unirse a partidas.
- Lo malo: una configuración demasiado abierta puede hacer tu red y tu consola más vulnerables a ciertos ataques o intentos de intrusión.
Por eso, recomiendo algo intermedio: un NAT tipo 2 / moderado, que ofrece un buen equilibrio entre seguridad y conectividad. Con esta configuración:
- Las descargas se mantienen rápidas
- El ping sigue siendo perfectamente jugable
- Y tu consola no queda tan expuesta
4. La conexión remota no es su punto fuerte
La última cosa que me habría gustado saber antes de comprar la Xbox Series S es que la conexión remota no funciona tan bien como se esperaría, sobre todo si tu idea es usarla de formas “creativas”.
En mi caso, probé el juego remoto porque quería usar un mando de PS5 en la Xbox mediante esta función. La experiencia estuvo lejos de ser ideal:
- La respuesta del mando tenía mucho retraso
- En algunos juegos, la imagen no se mostraba completa
- Aparecían pequeños bugs y detalles que, sumados, dañaban la experiencia
No es que la función de juego remoto no exista, pero no es tan pulida como para que dependa de ella alguien que quiere jugar cómodo todos los días.
Por eso, si vas a comprar una Xbox Series S, lo recomendable es que tengas en cuenta esto:
- No confíes en la conexión remota como solución principal.
- Asegúrate de tener presupuesto para un mando compatible desde el inicio.
- Considera que la mejor experiencia será siempre jugando directo a la consola, con cable o buena conexión local.

Entonces… ¿vale la pena la Xbox Series S?
La Xbox Series S no es una mala consola, al contrario; por el precio, ofrece muy buen rendimiento, acceso a Game Pass y un formato compacto que encaja en casi cualquier setup. Pero es importante entender qué hace bien y qué no, para no llevarte una decepción.
Quédate con estas ideas:
- Funciona mejor en pantallas pequeñas o monitores 1080p que en teles 4K gigantes.
- Necesita una buena configuración manual para mostrar lo que realmente puede hacer.
- El NAT y la red son temas que vale la pena ajustar por seguridad y estabilidad.
- La conexión remota existe, pero no es su punto fuerte: mejor no depender de ella.
Si tienes esto claro antes de comprarla, puedes sacarle muchísimo partido a la Xbox Series S y evitar frustraciones innecesarias.
¿Se puede jugar en 4K con la Xbox Series S?
Aunque la ficha técnica menciona soporte para 4K, la consola generalmente ejecuta los juegos a 1080p o 1440p escalados. No ofrece un 4K nativo como la Series X o la PS5. En pantallas muy grandes (55″ o más), la imagen puede verse menos nítida o algo borrosa.
¿Cuál es el mejor tipo de pantalla para esta consola?
Para obtener la mejor calidad visual y nitidez, se recomienda usarla en monitores de 21.5 a 27 pulgadas (Full HD 1080p) o televisores de tamaño moderado. En estas pantallas, los FPS se sienten más estables y la imagen se ve mucho más definida.
